martes, 21 de febrero de 2017

Una Invitación Para Todos


A todos los sedientos: venid a las aguas;y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche. ¿Por qué gastáis el dinero en lo que no es pan, y vuestro trabajo en lo que no sacia? Oídme atentamente, y comed del bien, y se deleitará vuestra alma con grosura. Inclinad vuestro oído, y venid a mí; oíd, y vivirá vuestra alma; y haré con vosotros pacto eterno, las misericordias firmes a David. Isaías 55:1-3 RVR1960 

¿Que es la sed?


La sed es una respuesta natural del organismo para entrar en un balance de funciones. En el cerebro, el hipotálamo nos ordena beber agua cuando detecta que ciertos fluidos como la sangre en nuestro cuerpo están poniéndose muy densos (espesos).

Poseemos dos sistemas detectores de problemas relacionados a la deficiencia de líquidos en nuestro cuerpo. Uno registra la alta concentración de sales disueltas en sangre y el otro mide la tensión de las paredes del corazón; registrando así el volumen de sangre que pasa por el corazón.

¿Cómo saciar la sed?


Hoy día cuando deseamos tomar agua fuera de nuestros hogares tenemos que acudir a comprar botellas, pomitos o galones de agua procesada y libre de contaminantes para consumo humano. De hecho en muchos lugares a los que acudimos no ofrecen agua del grifo bajo la advertencia de no ser saludable y nos brindan la alternativa de comprarla.

Es interesante que la escritura que hemos visto en Isaias 55.1 hace una clara invitación dirigida a "todos" los que tienen sed y hambre que deseen ser saciados. La invitación establece claramente que no se necesita ninguna calificación, ni hay prerrequisitos obligatorios para obtener agua. La invitación es simple: "venir " y recibir libremente.
Es un llamado, un oasis en medio del maratón en la carrera de la vida. También es un llamado a participar de una comida que provoca un deleite especial para nuestra alma. 


¿Cuáles son algunas de nuestras maneras para saciar la sed de nuestra alma?

Por necesidad hoy día acudimos a distintos “pozos” para saciar nuestra sed del alma.


La sed de afecto, amor y cariño. Como seres afectivos buscamos un compañero o compañera para sentirnos amados, respetados y cubiertas las emociones de compañerismo y soledad.


La sed paternal. Como padres la necesidad inconsciente de ser honrados, respetados, considerados y amados. Anhelamos y esperamos que esta necesidad y satisfacción venga de nuestros hijos.


La sed de triunfar como emprendedor. Buscamos obtener por ambición ciertas posesiones materiales, reconocimiento, títulos académicos, negocios u otros logros nos distingan y nos hagan sentir realizados en la vida.


La sed de sentirme bien (el espejismo). En nuestra inconformidad, insatisfacción, vacío y continua frustración apelamos al escape de la conducta hedonista. Caracterizado por la búsqueda de placer, mitigar o suprimir el dolor y la angustia de quedar insatisfechos de beber agua de pozos estériles para saciar nuestra sed.


Como consecuencia le damos mayor valor a las cosas que a las personas, incluyendo nuestras propias vidas desprovistas de paz interior y llenas de afanes. Poco a poco nos convertimos en individuos que manejamos altos niveles de distres. Lo cual es una respuesta fisiológica desagradable de nuestro organismo y una de las causas principales de las enfermedades psicosomatícas en nuestro cuerpo.



Somos víctima se de una frustración, a veces inconsciente de nuestras vidas que se presenta como una sed persistente e insaciable en la búsqueda de pozos nuevos e inexplorados. Para luego experimentar las mismas insatisfacciones y los frustrantes resultados que son parte de un ciclo de desesperación.

No es hasta que respondemos a la invitación de beber de la única fuente de agua viva, Jesucristo, que comenzamos a experimentar la verdadera plenitud. La Palabra de Dios nos enseña claramente que hay un río de agua que fluye del trono de Dios y del Cordero, Cristo. El agua de ese río es clara y pura (Apocalipsis 22:1), siempre fluye siendo la única que verdaderamente limpia y refresca el alma sedienta.


El salmista había visto ciervos sedientos en zonas áridas jadeantes por la falta de agua. Al verlos, se vio a sí mismo y dijo: "Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así clama por ti, Oh Dios, el alma mía. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo. . .” (Sal. 42:1-2). Reconoció que su morada estaba en una tierra seca y árida, sin agua; aun así también reconoció que su Dios era la fuente de agua viva para satisfacer su alma sedienta.


Y, ¿qué hay de Ti? ¿Has estado buscando la satisfacción en los lugares equivocados? Si es así, Jesús es la fuente de la vida. Así como Él estaba disponible para la mujer sedienta en el pozo y para el salmista en tierra seca y árida, así Él está disponible para Ti. ¿Como respondes a su invitación de venir a Él, entregarle tu corazón para ir en pos de Él? Él te llenará de Sí mismo y saciara tu sed, para que te regocijes como el salmista. 


¿Cómo determinar si el agua es verdaderamente buena? 


En las Sagradas Escrituras encontramos un relato que nos muestra esta verdad tan trascendental. Se trata de una mujer que trajo sus cántaros para sacar agua de un pozo (Juan 4:1-30). Consideremos algunos de los puntos importantes en este relato: 

  1. Ella tenía sed y buscaba satisfacer su sed de las aguas frescas del pozo de Jacob. 
  2. Ella no estaba conciente de que su necesidad era demasiado grande y su sed interior tan profunda, que el agua natural de un pozo natural, difícilmente podría saciarla. 
  3. Es importante recordar que algunas personas no toman suficiente agua y sin saberlo están sufriendo síntomas de deshidratación. 
  4. Jesus volvió de nuevo a Galilea y al pasar por Samaria inició una conversación con una mujer Samaritana en el pozo que había saciado la sed natural de muchas generaciones.
  5. Él le extendió la invitación, ofreciéndole la única agua que, efectivamente, podría satisfacer la sed profunda que estaba en su alma. 
Hemos visto que como ocurrió para aquella mujer, como para ti  en este preciso momento Jesús es y se dio a conocer como el Mesías, el Cristo, (v. 25) te ofrece y le ofreció a ella agua viva. Él continua ofreciendo de beber del agua que verdaderamente saciaría tu sed y sera en ti también una fuente de agua que salte para vida eterna (v.14), ofreciéndose Él mismo como la única fuente de vida eterna y como el único que puede satisfacer todas nuestras necesidades y anhelos. Cuando ella comprendió la provisión segura y eterna de su Señor, la Escritura dice que en ese instante, la mujer dejó sus cántaros de agua y se fue gozosamente a la ciudad a proclamar a los demás que ella tuvo un encuentro con el Señor. Como consecuencia, muchos aceptaron la invitación del Señor y también creyeron en El. Hoy es para ti también ese llamado amoroso del Señor, el conoce bien tu necesidad y quiere suplirla. 

¿Que sucede si respondes a la invitación de tu Señor?

La palabra nos garantiza el cumplimento de la promesa de Dios para quienes responden a su invitación con un corazón contrito y humillado delante de El.

"Y el Señor te guiará continuamente, saciará tu deseo en los lugares áridos y dará vigor a tus huesos; serás como huerto regado y como manantial cuyas aguas nunca faltan". Isaías 58.11 (LBLA)

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